martes, 28 de diciembre de 2010

La fascinación por el Antiguo Egipto

La fascinación por Egipto.

Desde la denominada época faraónica ya eran sumamente conocidas las escuelas egipcias de grado superior, especialmente las llamadas “Casas de la vida”, donde se enseñaban materias de toda índole tales como la astronomía, la medicina, las matemáticas o la filología. Estas escuelas, que normalmente estaban anexas a los grandes templos de las principales ciudades egipcias, comenzaron a acoger desde la época griega a investigadores extranjeros procedentes de lugares muy diversos. Se sabe por ejemplo, que Pitágoras llego a trasladarse a Egipto para estudiar astronomía y geometría. Según las consideraciones del historiador griego Heródoto, en el siglo V a.C., los egipcios fueron considerados expertos astrólogos, médicos, magos y, en cierto modo, alquimistas.



Los enigmáticos jeroglíficos, siempre causó gran interés con respecto a su significado, especialmente a raíz de que Jean Francois Champollion descifró los jeroglíficos de la denominada Piedra de Rosetta. La expedición Franco-Toscana de 1828 permitió a Champollion y a Rosellini realizar una gran recopilación de orfebrería, dibujos y copias que supuso la verdadera apertura que de manera ulterior pero casi inmediata declinó en una fuerte fascinación por esta antigua civilización.
La fascinación por el Antiguo Egipto terminaría provocando el surgimiento de la Egiptología en torno al siglo XIX, pero, ¿Quiénes fueron los que se podrían considerar como los precursores de dicha ciencia? Egipto ya había sido visitado y descrito por diversos viajeros europeos como el célebre Richard Pococke, no obstante, la campaña napoleónica de carácter militar en torno al siglo XVIII fue acompañada de un grupo formado por numerosos estudiosos y dibujantes franceses, dentro de los cuales se encontraba el ya comentado Francois Champollion, y su célebre arte para descifrar la piedra Rosetta. Las colecciones recogidas por los franceses son exhibidas en el museo del Louvre, aunque otras muchas pasaron a propiedad de los ingleses, como la Piedra Rosetta, cuando Alejandría fue tomada por el ejército inglés, localizándose por ello en el Museo Británico. Estas colecciones fueron aumentando por las recolecciones de antigüedades realizadas por autores tales como Giovanni Belzoni, Henry Salt, Rosellini, Bernardino Drovetti, y otros muchos, que engrosaron los fondos del museo del Louvre, el Británico, el de Berlín, entre otros. La Egiptología siempre ha ido acompañada de manera determinante con la arqueología, ya que ésta es de vital importancia para la realización de excavaciones y por doquier, de los descubrimientos de antigüedades de origen egipcio. William Flinders Petrie introdujo y desarrolló nuevas técnicas de investigación así como una meticulosa metodología en lo que respecta a las excavaciones y métodos de investigación.
La egiptología ha ido siempre paralela a la denominada egiptomanía, aunque ésta ya existía desde mucho antes, y es que la fascinación por esta civilización ha calado  muy hondo en el mundo occidental. Ello ha provocado que el interés por Egipto no se remita sólo y exclusivamente al ámbito científico sino que también ha dado lugar a la aparición de libros y revistas de carácter divulgativo destinado a un público mucho más general y heterogéneo.


Desde el punto de vista arquitectónico, la grandiosidad y monumentalidad de las construcciones arquitectónicas tales como las pirámides de Gizeh, el templo de Abú Simbel, los restos del templo funerario de Mentuhotep II en Deir el-Bahari y un largo etcétera fascinaron al mundo entero, fascinación que aún perdura en la actualidad


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